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Me suscribí a esos comentarios y considero que es más que obvia la existencia del amor entre los padres y los hijos. Dice un texto bíblico: «Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo». (Mat. 22-39). Este mandamiento de Dios, ejemplo de amor a la humanidad, se debe llevar prendido en los corazones para desarrollar todas las actividades del diario vivir.
Los padres y las madres llevan ese amor intrínseco, sólo que muchas veces hay quienes no saben demostrarlo con acciones contundentes, con la comunicación afectiva y “efectiva”, donde el hijo o la hija sientan cariño y haya reciprocidad. ¿Y qué pasa si los padres y madres de por sí demuestran desamor por sus hijos?
He allí cuando corresponde a los docentes influir en estos representantes para que se dé esa interacción con acciones más efectiva entre las partes. Decía el insigne maestro Simón Rodríguez, según el historiador y escritor ecuatoriano Alfonso Rumazo González en su libro Ideario de Simón Rodríguez: «Enseñen y tendrán quien sepa; eduquen y tendrán quien haga».
En los planteles de todo el país, los casos de desamor son infinitos. Cuando un representante dice a un docente «¡No puedo controlar a este muchacho!» o «¡Ya no aguanto a esta muchacha!», eso se puede traducir en una grave consecuencia: faltas de respeto, insultos, peleas, incluso, amenazas de muertes, entre otras cosas. Los docentes, los obreros, el personal administrativo y directivo, supervisores y ahora los consejos comunales y colaboradores, todos saben, porque viven a diario. Y estas acciones de desamor pueden ser recíprocas. Mucho peor.
En el año 2014, en la Consulta Nacional por la Calidad Educativa, el folleto “Juventud Bicentenaria” del Ministerio de Educación de Venezuela expone en sus resultados (pág. 6) lo siguiente: «Una pedagogía del amor, el ejemplo y la curiosidad». En este apartado se expone sobre la necesidad de que la escuela brinde seguridad afectiva a los niños, niñas y jóvenes, y que toda la comunidad educativa se convierta en ejemplo a seguir para la convivencia ciudadana.
Pero, ahora bien, ¿hay buenos ejemplos a seguir? ¿Hay un conjunto armónico, capacitado y orientado para que se concrete tal convivencia? Hoy se ha perdido el rumbo, se han perdido los valores y son pocas las personas que son ejemplo a seguir. Basta con ver en los medios de comunicación y en el cotidiano cómo hemos perdido tal rumbo, desde las más altas esferas del Gobierno, pasando por las instituciones que rigen la educación, hasta padres y representantes. ¿Nos faltará reeducarnos?
En la pág. 8, el “folleto bicentenario” expone: «Una relación pedagógica entre la escuela, la familia y la comunidad». Es decir, los maestros y maestras, como actores en este proceso, deben orientar las relaciones; y los padres, asumir mayor responsabilidad en la participación de los programas que se ejecuten. Coincido totalmente con esto.
«Papel aguanta todo», dice el refrán popular; sin embargo ruego a Dios que ayude para que esos planteamientos del Gobierno actual se cristalicen en beneficio del país que clama por una mejor convivencia entre los venezolanos.
Es precisamente desde las escuelas (con maestros bien instruidos y profesionalizados, sin miedo, que conozcan sus derechos, cumpliendo con sus deberes y responsabilidades) cómo lograremos formar el hombre y la mujer del cual se habla en el artículo 3 de la Ley Orgánica de Educación. Creo que toca reeducarnos, adaptándonos a lo que vivimos actualmente.
Espero que estas palabras toquen la conciencia de quien las lee, para que juntos escribamos una mejor historia en la educación venezolana con el fulgor de las Tizas del sol.
Espero que estas palabras toquen la conciencia de quien las lee, para que juntos escribamos una mejor historia en la educación venezolana con el fulgor de las Tizas del sol.
Pdta. de la Amejup municipio Sucre.
Cumaná, Venezuela.
marisolvasquez2013@gmail.com
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Reeduquémonos en amor y practiquemos la docencia en casa, al calor del hogar. Compartimos esta galería de ilustraciones de la artista plástico rusa Soosh: